Los pulmones y la Osteopatía visceral (y la importancia del ejercicio físico)
Parte 2
Cuando respiramos se contraen distintos músculos, y gracias a esto se moviliza la jaula torácica permitiendo la entrada y salida de aire de nuestros pulmones.
Existen músculos principales de la respiración (diafragma) y otros accesorios, llamados así porque ayudan a los primeros (cuando es necesario).
Los músculos respiratorios accesorios del cuello (Escalenos, Esternocleidomastoideos, Trapecios, etc.) nos ayudan a respirar más rápido durante cortos periodos de tiempo.
Por otro lado, si respiramos de manera rápida constantemente (o muy frecuentemente) estos se sobrecargan y fatigan, pudiendo producir dolor.
Es lo mismo que ocurre con la musculatura de las piernas después de correr una larga distancia.
Si descansamos, el dolor de las piernas desaparece, y lo mismo sucede con los músculos del cuello y hombros: si respiramos más pausadamente, permitimos que estos descansen, se recuperen, y los mismos se relajen.
Por otro lado, al respirar demasiado rápido generamos mayores cantidades de adrenalina, produciendo una sensación de agitación e inquietud.
En cuanto a la fatiga, respirar demasiado rápido puede agotarnos.
Cada vez más médicos y psicólogos recomiendan realizar ejercicios de respiración para relajarse (existe un creciente interés en “respirar del modo correcto”).
El yoga, la meditación y el mindfulness se están popularizando cada vez más y existen cada vez más pruebas científicas de los efectos beneficiosos de los ejercicios respiratorios y la meditación.
La ciencia está construyendo un puente entre las antiguas técnicas de meditación y la medicina occidental.
En la próxima entrada hablaremos de un ejercicio específico de respiración, que aplicado unos breves minutos puede cambiar notablemente nuestra fisiología.
“La respiración no es un truco, es fisiología.” Wim Hof