Una contractura muscular tiene su lógica, se presenta como un sistema de seguridad y es "necesaria".
Sólo se la puede tratar haciéndola inútil.
El transverso espinoso es claramente el "guardián" del juego de las articulaciones vertebrales, el "guardián" del equilibrio; su acción es intermitente, rítmica (no constante).
Tendrá una acción correctora a "bocanadas" o a "ráfagas" sobre las superficies articulares.
Actuará sobre la plataforma vertebral como los motores de los pilares de una plataforma de perforación en el mar.
Su acción sólo puede ser de corta duración, de otra forma nos encontraríamos en la lógica de la contractura, de los dolores musculares, tendinosos, óseos.
A esto se añade un déficit de vascularización por exceso de trabajo (por su contracción constante).
Frenará todo movimiento que perjudica al sistema ligamentario (para evitar el dolor).
Si este "guardián" está fatigado, o no acaba de estar "despierto", no controlará el deslizamiento de superficies articulares, permitiendo así la instalación de un estiramiento del sistema cápsulo-ligamentario.
Se comprende así que determinados pacientes puedan presentar un dolor vertebral al inclinarse para lavarse los dientes por la mañana.
Puede que en esta contracción de urgencia él mismo musculo sea la causa de una desarmonía articular.
Si el sistema ligamentario de las articulaciones posteriores "sufre", tendremos una contracción profunda del transverso espinoso.
Cuando el movimiento de la superficie articular vertebral ha sido importante, no bastará el reposo, se tendrá que normalizar la relación de las superficies articulares a fin de hacer ceder la contractura.
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