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TERCERA LEY DE LA OSTEPATÍA

  • Foto del escritor: Eduardo Picasso
    Eduardo Picasso
  • 16 dic 2024
  • 1 Min. de lectura

EL CUERPO CUENTA CON MECANISMOS DE AUTO-REGULACIÓN


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El cuerpo humano siempre está buscando mantenerse en equilibrio, como un equilibrista que ajusta su postura a cada paso para no perder la estabilidad.





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Este proceso es posible gracias a la coordinación de todas las estructuras del cuerpo, que están interconectadas y se influyen mutuamente, permitiendo que se hagan los ajustes necesarios para mantener el balance.





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Las diferentes partes del cuerpo están conectadas por una red de "tensores" (conocidos como fascia o tejido conectivo), que envuelve y recorre el organismo

cualquier estímulo en esta red se distribuye y se transmite por todo el cuerpo.




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Cuando surge una disfunción, el cuerpo necesita esforzarse más para conservar ese equilibrio, lo que se conoce como carga alostática. si esta carga se vuelve significativa o prolongada, puede generar dolor o malestar.




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Al corregir la disfunción, la carga alostática disminuye, y el cuerpo recupera su equilibrio natural, mejorando tanto la salud local como general de la persona.




En conclusión, la tercera ley de la osteopatía resalta la capacidad innata del cuerpo humano para autorregularse y mantener el equilibrio, incluso frente a disfunciones o tensiones.


Este proceso depende de la interacción armónica de todas las estructuras corporales, especialmente del tejido conectivo o fascia, que actúa como una red integradora que distribuye tensiones por todo el organismo.


Cuando una disfunción sobrecarga esta red, el cuerpo incrementa su esfuerzo para conservar el balance, generando una carga alostática que puede manifestarse como dolor o malestar.


A través del tratamiento osteopático, es posible liberar estas restricciones, reducir la carga alostática y restaurar el equilibrio natural, promoviendo una mejora integral en la salud del paciente.


 
 
 

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