Los músculos del cuerpo están interconectados a través del tejido conectivo o fascia (membrana fibrosa que los envuelve y relaciona); de esta forma se crean las cadenas musculares.
Estas cadenas facilitan la redistribución de fuerzas a través del cuerpo, y permiten que los músculos no actúen de forma aislada, ya que si así lo hicieran no serían efectivos ni capaces de realizar distintas funciones, movimientos, ni mantener una postura.
Por otro lado, el equilibrio del cuerpo está basado en un “desequilibrio anterior”, esto significa que “tendemos a caernos hacia adelante”.
Esto ocurre porque cuando estamos de pie, la línea de gravedad cae hacia adelante, delante de los maléolos (podríamos decir “en frente de los talones”) y el peso de la cabeza esta “colgando” tambien anteriormente.
Este desequilibrio anterior no es casualidad, la naturaleza y la biología son inteligentes, y esta posición reduce la inercia del cuerpo, que será puesto en movimiento rápidamente.
El resultado de esta descarga de peso hacia adelante tensa las fascias y músculos preponderantemente posteriores (para evitar que nos caigamos en dirección anterior).
Por este motivo (entre otros), la cadena muscular posterior tiende a acortarse con el transcurso de los años, y es importante la elongación de la misma.