Los músculos del cuerpo están interconectados a través del tejido conectivo o fascia (membrana fibrosa que los envuelve y relaciona); de esta forma se crean las cadenas musculares.
Estas cadenas facilitan la redistribución de fuerzas a través del cuerpo, y permiten que los músculos no actúen de forma aislada, ya que si así lo hicieran no serían efectivos ni capaces de realizar distintas funciones, movimientos, ni mantener una postura.
Venimos “programados” con unos patrones de movimiento y de control postural destinados a mantener nuestro equilibrio, economizar nuestro gasto energético (siendo así más eficientes) y mantenernos dentro de una zona de confort (evitando dolor).
Hay diversos factores que pueden alterar este equilibrio:
- Malas posturas mantenidas en el tiempo.
- Malos gestos que se realizan de forma repetida (movimientos específicos).
- Sedentarismo o exceso de actividad.
- Mala alimentación.
Daremos un ejemplo de cómo puede influir la tensión en una cadena muscular sobre un dolor en la rodilla izquierda:
Existe una cadena muscular cruzada que conecta el tórax del lado derecho (la zona del hígado) con la pelvis del lado izquierdo.
Cuando el hígado esta en disfunción, es decir que su tejido conectivo que lo envuelve esta en tensión, se transmite una fuerza desestabilizadora por la cadena muscular cruzada izquierda, generando una influencia sobre el miembro inferior izquierdo.
Liberando el hígado, mejora la movilidad en la rodilla izquierda, lográndose además un equilibrio en la descarga de peso sobre los miembros inferiores.
Por esto es importante tener presente el concepto de globalidad del cuerpo, no solo evaluando la zona del síntoma.
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